LOS APARATOS TAMBIÉN TIENEN SU CORAZONCITO
Y mucho más ahora, que enseguida los desechamos o nos obligan a hacerlo, incluso los que dieron un resultado excelente y fueron montados con mimo por verdaderos artesanos. Esto es lo que me ha inspirado la frase de esta semana para REC.
HIJOS DE UN MISMO PADRE
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Foto de Juan Deleon |
Todo estaba dibujado en la
pequeña libreta gris que llevaba en el bolsillo de su pantalón
y la febril temperatura del motor confirmaba su diagnóstico, así que firmé el
permiso. El led de conexión parpadeó agónico cuando el joven técnico acarició la
chapa abombada y enjugó el óxido cárdeno que rezumaban las juntas abiertas. Él
mismo pidió desconectar la toma. Me confió entonces que había sentido una descarga eléctrica en el estómago cuando desatornilló la tapa y reconoció
aquella manera de trenzar los cables exclusiva de su padre, montador jubilado
de nuestra empresa. Acerqué una silla para que
estuviera cómodo y esperé respetuosamente de pie. Ambos permanecimos junto al aparato hasta el último latido del relé.
Me gusta muchísimo Belen!! toda una elegía en un microrrelato. Me imagino a ese chico rindiéndole homenaje a su padre a través del aparato agonizante....me encanta!!
ResponderEliminarSuerte para la próxima!
(te enlazo en mi blog para seguirte!
Saludos!
Sandra.
Muchas gracias por tu visita, Sandra. Voy a buscarte yo también para que nos hermanemos en las letras. Un beso grande.
EliminarNuevas generaciones que por leído de vida se abren paso sobre una herencia aprendida, a veces entre intrincados cables.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Belén.
Un saludo
Gracias como siempre, Ángel. Tus comentarios tan inteligentes y amables son un regalo para mí. Un abrazo.
EliminarHola, Belén.
ResponderEliminarEs una despedida hermosísima.
Felicidades, guapa.
Muchas gracias, Towanda. Sigo mucho lo que escribes y me encantan tus relatos. Un gran beso y gracias por la visita.
EliminarQué bueno, Belén, y qué original. Trasmite amor al padre y también a la profesión, que no hace falta que sea glamurosa. Me ha gustado mucho. Besos.
EliminarMil gracias, Luisa. Me alegro de que te guste y de que hayas visto la intención que quería poner en el relato. Un beso para ti.
ResponderEliminarOriginal despedida. Con esto de la obsolescencia programada veremos muchas de estas, lamentablemente. Mucha suerte :)
ResponderEliminarSí, Juan Antonio, qué rabia me da. Si no pensárais que soy una loca confesaría que le cojo cariño a los aparatos domésticos y odio tener que cambiarlos. Los zumos y la tostada no me saben igual, la báscula pesa distinto, el ruido de la lavadora no me es familiar. En fin, este es mi pequeño homenaje.
EliminarDe lo mejorcito que he leído esta semana. Una joya este relato que a mí me emociona especialmente. Posiblemente obsoleto el legado del padre al hijo, posiblemente inolvidable.
ResponderEliminarAhora que ya te conozco, aunque no pudiera charlar ni un ratito cuando te ví, ya te sigo la pista.
Muchas gracias, Piel de Retales, yo espero que tengamos ocasión de charlar un ratito, pero por lo menos nos leemos y nos comunicamos en el ciberespacio. Gracias por tu comentario y me halaga especialmente que te haya emocionado mi viejo amasijo de cables y chapa. Un beso.
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