Abandonan,
primero uno y luego el otro, la habitación del hotel. Todavía tienen ocasión de intercambiar una mirada avergonzada
en la recepción, mientras uno paga la cuenta y el otro cruza el vestíbulo con un
cigarrillo temblón entre los dedos. La limpiadora recorre el pasillo empujando
su carrito y, cuando entra sin llamar, se encuentra con que la habitación no ha
quedado desocupada. La niña está tendida entre almohadones arrugados y sábanas
revueltas, mirando las aspas del ventilador de techo. Cuando cuente cien vueltas
más podrá coger la cesta de fruta, como le dijo uno. Y las chocolatinas del
minibar, como le dijo el otro. Y marcharse a su casa.
Muy bueno, Belén. Que imagen más dura esa de la pobre criatura contando las vueltas de las aspas. A mí esta semana no se me ocurrió nada en condiciones, aunque mandé al final uno muy cortito.
Qué duro y triste tu micro, a la vez de bien escrito y de esos que ponen la piel de punta.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Muchas gracias. Sí que es duro, ójala nunca hubiera que escribir ni imaginar cosas así. Besos para ti también y gracias por la visita.
Eliminar¡Qué fuerte! Muy bien expresada la frialdad y crueldad.
ResponderEliminarGrande Belén.
Un beso.
Un beso, amigo Isidro. Me alegro de que te haya gustado a pesar de la dureza del tema.
EliminarJope... Todo lo pudimos imaginar, pero eso NO.
ResponderEliminarUn beso (helado) pero beso al fin y al cabo
Un beso cálido para ti, para alejarnos de esa frialdad. Gracias por tu visita, ya sabes que me encanta todo lo que escribes.
Eliminar¡Guauuu! ¡Qué bien describes ese grado de desaprensión y degeneración!
ResponderEliminarBesos.
Hola, maestro Olivares. Muchos besos y ójala no se cumpla el presagio del título y queden impunes, aunque sea con terribles remordimientos.
EliminarMuy bueno, Belén. Que imagen más dura esa de la pobre criatura contando las vueltas de las aspas.
ResponderEliminarA mí esta semana no se me ocurrió nada en condiciones, aunque mandé al final uno muy cortito.
¡Hola, Enrique! A ver si la semana próxima nos inspiramos, y con cositas más alegres. Muchos besos.
EliminarLa mayor crudeza contada con el mejor estilo. Ya echaba yo de menos algún mal llamado "despojo" de mi amiga Belén.
ResponderEliminarUn abrazote
Me encantan estas revisiones de cuentos. Las caperucitas rojas... uf. Estupendo, Belén.
ResponderEliminarAbrazo
Uff Belén durísimo, pero con tanta emoción en cada palabra, que dejas el corazón encogido.
ResponderEliminarNo te ha costado escribirlo?
Genial, de verdad.
Un relato estremecedor... Muy bien contado, amiga
ResponderEliminarSaludos