Foto de Pablo Saludes |
CIUDAD CANIBAL
Se sacude una mota imaginaria al salir del portal,
pero recibe el indeseado bautismo de un charco atropellado. La mojadura va
añadiendo a su andamiaje un fango pesado, multicolor, de colillas, hojas
muertas y mil tesoros desechados. Intenta avanzar con valentía por el asfalto
desmigado hasta que pierde los zapatos, el equilibrio y la humanidad. Se rinde
y queda apuntalado contra una pared; trata de pedir ayuda a gentes apresuradas.
Al fin se fija en él un muchacho, casi un niño, que primero le examina
pensativo y después se echa la gorra hacia atrás mientras agita su espray de
grafitero.
Me gusta mucho, y concretandl: ese charco atropellado, asfalto desmigado, apuntalado contra la pared...
ResponderEliminarQué bueno es.
Felicidades
Gracias, Luisa. Me alegro de que te haya gustado. He intentado que la propia ciudad fuera un personaje "vivo". Besos.
EliminarUn hombre machacado por esa ciudad inhumana en la que vive, de una de cuyas paredes parece que va a formar parte. Muy plástico y muy bien contado.
ResponderEliminarUn abrazo, escritora
Sí, Ángel. Al final la propia ciudad acaba devorando al pobre humano que se adentra en sus fauces. Gracias por tu visita y tu comentario. Un gran abrazo para ti también.
EliminarMuy bueno, Belén, que bien cuentas el canibalismo en el que vivimos.
ResponderEliminarEso es lo que quería reflejar, Ximens. La deshumanización y la agresividad de la ciudad. Me alegro de que el mensaje haya llegado. Un abrazo.
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