24 de diciembre,
Nochebuena
El apagón
diluyó los gestos que adobaban mi magra conversación con la nueva cocinera
sobre los preparativos de la cena. En la penumbra de cuarto creciente, desapareció
la tensión de su parte y de la mía. Sabía que provenía de algún país africano,
así que no me sorprendieron sus movimientos de pantera joven en la oscuridad. Palpó
la encimera en busca de las codornices al tiempo que yo exclamaba desolada:
“¡eléctricos!”, refiriéndome al horno y a la placa. El envoltorio de plástico crujía,
se le enredaba en los dedos, y nos echamos a reír. Contagiada por su
determinación, guié sus manos hasta el cajón de las especias. Las olía con cautela
y las que le satisfacían hacían aflorar sus blanquísimos dientes; entonces las
masajeaba ritualmente sobre la albardilla que cubría las aves. Siguiendo el
ritmo de su canto susurrado, puse la cazuela en el camping gas, encendí velas y
descorché el cava. El primer trago nos cosquilleó la garganta y, entrechocando
las copas, decidimos sin palabras no atender a los golpes de los invitados que
ya llamaban a la puerta.http://estanochetecuento.com/24-de-diciembre-nochebuena/
Foto de Letua
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