ESTE CUENTO SE HA ACABADO
—Este se va a enterar de lo que vale un peine. Así se plantó Rapunzel, con las guedejas enmarañadas
y las sienes doloridas, después del enésimo reproche del bello príncipe. Harta de
oírle vocear lo de “deja tus trenzas caer”, hace tiempo que le había dado una
copia de la llave del ático, pero ya se sabe que la sangre azul tiene caprichos
que merecen palos. El día que fue a buscarla para, por fin, presentarla en palacio,
había puesto gran empeño en acicalarse y aún así tampoco logró complacerle. —Todo
esto ha sido idea de la bruja de tu madre —le espetó con desfachatez antes de estrellarse contra
el pavimento.Foto de Moons
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