En esta ronda de la Copa ENTC hemos rendido un homenaje a la copla y la condición es que el título del relato fuera La Niña de la Estación. Yo me he apeado ya y espero en el andén, como Penélope.
De aquella niña la gente
decía muchas cosas. Que iba y venía sin comprar billete. Que por un duro te
llevaba la maleta y por diez pesetas acompañaba a los señores al lavabo. Sólo
yo lo sabía. De noche íbamos a las vías, a robar pernos que el chatarrero pagaba
al peso. Nada se resistía a mi llave de ferroviario y sus manitas de mico. Un
día no apareció y fui a preguntar en la cantina donde tomábamos café con leche,
ella con dos sobres de azúcar. —No —me contestaron—. Desde lo del
descarrilamiento no hemos vuelto a verla.